Son casi las cinco de la mañana. Mi mente está despierta; mi cuerpo, «revuelto». Y en ese desvelo, recuerdo con nostalgia las palabras de papá, siempre tan certeras:

«Cuando te despiertes por la noche y no puedas dormir, escribe lo que pienses».

Así que siguiendo sus sabios consejos, me he puesto manos a la obra.

La enfermedad crónica que padezco ha sido diagnosticada por un equipo de especialistas del Hospital Viamed, la primera unidad médica, multidisciplinar, que investiga sobre ella. Produce alteraciones en el sistema nervioso central, inmunitario y endocrino, y mis síntomas son muy variados: dolores musculares, insomnio, desórdenes digestivos, picores, alteraciones en la vista, fatiga, etc.

No es fácil de comprender, ya que su diagnóstico carece de evidencias clínicas objetivas, analíticas, estudios de imagen… De ahí que quienes la  padecemos peregrinemos por las consultas de diferentes facultativos, donde unas veces encontramos rechazo y otras una mezcla de empatía e impotencia por no podernos ayudar.

¿Qué hago yo? Indago, pruebo, tropiezo, me equivoco, ensayo, yerro…, busco OPCIONES, salgo de mi zona de confort. Quedarme en el sofá o en la cama, si puedo evitarlo, no es una alternativa para mí.

El coaching me ha servido para superar muchos obstáculos y por ello decidí prepararme para convertirme en coach profesional, a fin de acompañar a otras personas en su proceso de mejora y cambio.

Yo no soy un síndrome. Yo soy María Vidal López, coach, pero también madre, esposa, hija, hermana, amiga, tía, prima… Al analizar mis roles, tomo nota de en cuál de ellos quiero y elijo mejorar. PASO A PASO.

Lo primero que analizo es ¿PARA QUÉ quiero hacerlo?, y desde aquí aparecen más OPCIONES.


 

«Tu deber es descubrir tu mundo y después entregarte con todo tu corazón» (Buda).

 


Y observo dentro de mí, y busco mis FORTALEZAS, y con ellas escribo mi decreto: «Yo, María… Soy… (fortalezas)… Y así lo siento, así es y así será». Y todos los días lo recito como un mantra, como una oración, y cuando lo hago conecto con aquellos que desde allá me envían su energía y su amor. Y me rodeo de personas que me quieren, que me entienden; en una palabra, que suman.

Y me marco un OBJETIVO cada día, y diseño un PLAN DE ACCIÓN para ir más segura y me propongo alcanzarlo. Y cuando termina la jornada, lo haya conseguido o no, al menos lo habré intentado, y siempre quedará algo que me sirva para otra ocasión; y lo que no me ha servido lo desecharé. Y sigo adelante, a mi ritmo, porque no es la velocidad lo que importa sino la dirección.


 

«Persiste en tu empeño y hallarás lo que buscas; persigue tu fin sin desviarte y alcanzarás tu empeño;

combate con energía y vencerás»

 


Y si has leído esto, te sientes identificado o identificada y te ha resultado útil, yo ya he logrado alcanzar mi objetivo del día.

Y SONRÍO. Esta es mi recompensa.

Siempre GRACIAS.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Únete a nuestra Newsletter

El Oasis